La poética de Melissa MEYER se basa en el desvelamiento de las zonas de la realidad que no pueden ser sometidas a criterios de exactitud, desvelándose como facetas inciertas, transitorias, misteriosas, en ocasiones ansiógenas e iluminadas siempre por el resplandor tembloroso de la emoción.
Para el público no familiarizado con el trabajo de Meyer, contemplar su pintura puede parecerse a la experiencia de oír hablar en una lengua extraña. Es habitual detenerse a traducir las diferentes partes de una obra sin contemplarla como la expresión de la totalidad significante que la artista quiere transmitir. Su pintura puede compararse con una escritura asémica. Meyer disfruta de las cualidades emocionales y de la improvisación propia del jazz hasta el punto de proponer la lectura de su obra como una performance jazzística. Igualmente, le gusta comparar los movimientos de la pincelada sobre la superficie pictórica con los sinuosos desplazamientos de un actor como el Burt Lancaster de Sweet Smell of Success sobre la superficie de la gran pantalla.
En la base de su lenguaje plástico están también las cualidades tonales del cine negro. Son frecuentes las referencias a la caligrafía, al grafiti o al dinamismo de las líneas que se encuentran en la naturaleza y en ocasiones es posible interpretar su trabajo a la luz de una lógica arquitectónica o de las variedades cromáticas de un paisaje. Más que apelar a la pertinencia de estas alusiones, sin embargo, quien desee penetrar hasta el fondo en el sentido de su obra debe detenerse en ellas una y otra vez hasta alcanzar ese punto en que las formas cristalizan en un mensaje emotivo.
Para alcanzar ese estado de incertidumbre propio del devenir, Meyer propicia la búsqueda de ese punto en el que la obra se abre a una evolución incierta y la exploración de distintas escalas, contextos y materiales ha constituido para ella una forma de abrir su trabajo a una transformación constante.
Influida por su estudio del collage, esta posición poética dio lugar a un encargo del magazine Ms. y a su colaboración con Miriam Schapiro en el ensayo Femmage. Publicado por la revista Heresies, el ensayo trazaba la historia de las formas de cortar, pegar y reciclar en el trabajo de las mujeres artistas que precedieron las investigaciones formales de Picasso o Braque. Esta línea de trabajo se prolonga en su obra más reciente, tanto en su contribución para RE-ACTION como en la serie de collages editados por Esopus:22 en 2015.
La obra de Meyer ha sido objeto de exposiciones individuales en Lennon, Weinberg, Inc. (NY); Elizabeth Harris Gallery (NY); Rebecca Ibel Gallery (Columbus); Holly Solomon Gallery (NY) y Galerie Renee Ziegler (Zurich, Suiza).
Su trayectoria ha sido objeto de reconocimiento en dos exposiciones itinerantes, la primera con punto de partida en la Escuela Estudio Nueva York y la segunda en el Swarthmore College de Pensilvania. Su obra ha sido incluida recientemente en exposiciones colectivas en The Jewish Museum (NY); Texas Gallery (Houston); Montclair Art Museum (New Jersey); The Hyde Collection (Glens Falls, NY) y la National Academy of Design (NY), organización de la que la artista es miembro.
Meyer ha recibido encargos de instituciones públicas en NY, Tokyo y Shanghai y en la nueva embajada norteamericana en Bishkek Kyrgyzstan. Su obra forma parte del patrimonio artístico del Metropolitan Museum of Art; MoMA; Brooklyn Museum; Solomon R. Guggenheim Museum; The Jewish Museum y muchas otras colecciones, públicas y privadas.
Igualmente, ha merecido el Rome Prize de la American Academy en Roma y ha sido subvencionada por el National Endowment for the Arts y la Pollock Krasner Foundation. Es habitual su presencia en Yaddo (Saratoga Springs, NY) y en el Vermont Studio Center como artista residente.
Melissa Meyer vive y trabaja en NY (USA).
Para el público no familiarizado con el trabajo de Meyer, contemplar su pintura puede parecerse a la experiencia de oír hablar en una lengua extraña. Es habitual detenerse a traducir las diferentes partes de una obra sin contemplarla como la expresión de la totalidad significante que la artista quiere transmitir. Su pintura puede compararse con una escritura asémica. Meyer disfruta de las cualidades emocionales y de la improvisación propia del jazz hasta el punto de proponer la lectura de su obra como una performance jazzística. Igualmente, le gusta comparar los movimientos de la pincelada sobre la superficie pictórica con los sinuosos desplazamientos de un actor como el Burt Lancaster de Sweet Smell of Success sobre la superficie de la gran pantalla.
En la base de su lenguaje plástico están también las cualidades tonales del cine negro. Son frecuentes las referencias a la caligrafía, al grafiti o al dinamismo de las líneas que se encuentran en la naturaleza y en ocasiones es posible interpretar su trabajo a la luz de una lógica arquitectónica o de las variedades cromáticas de un paisaje. Más que apelar a la pertinencia de estas alusiones, sin embargo, quien desee penetrar hasta el fondo en el sentido de su obra debe detenerse en ellas una y otra vez hasta alcanzar ese punto en que las formas cristalizan en un mensaje emotivo.
Para alcanzar ese estado de incertidumbre propio del devenir, Meyer propicia la búsqueda de ese punto en el que la obra se abre a una evolución incierta y la exploración de distintas escalas, contextos y materiales ha constituido para ella una forma de abrir su trabajo a una transformación constante.
Influida por su estudio del collage, esta posición poética dio lugar a un encargo del magazine Ms. y a su colaboración con Miriam Schapiro en el ensayo Femmage. Publicado por la revista Heresies, el ensayo trazaba la historia de las formas de cortar, pegar y reciclar en el trabajo de las mujeres artistas que precedieron las investigaciones formales de Picasso o Braque. Esta línea de trabajo se prolonga en su obra más reciente, tanto en su contribución para RE-ACTION como en la serie de collages editados por Esopus:22 en 2015.
La obra de Meyer ha sido objeto de exposiciones individuales en Lennon, Weinberg, Inc. (NY); Elizabeth Harris Gallery (NY); Rebecca Ibel Gallery (Columbus); Holly Solomon Gallery (NY) y Galerie Renee Ziegler (Zurich, Suiza).
Su trayectoria ha sido objeto de reconocimiento en dos exposiciones itinerantes, la primera con punto de partida en la Escuela Estudio Nueva York y la segunda en el Swarthmore College de Pensilvania. Su obra ha sido incluida recientemente en exposiciones colectivas en The Jewish Museum (NY); Texas Gallery (Houston); Montclair Art Museum (New Jersey); The Hyde Collection (Glens Falls, NY) y la National Academy of Design (NY), organización de la que la artista es miembro.
Meyer ha recibido encargos de instituciones públicas en NY, Tokyo y Shanghai y en la nueva embajada norteamericana en Bishkek Kyrgyzstan. Su obra forma parte del patrimonio artístico del Metropolitan Museum of Art; MoMA; Brooklyn Museum; Solomon R. Guggenheim Museum; The Jewish Museum y muchas otras colecciones, públicas y privadas.
Igualmente, ha merecido el Rome Prize de la American Academy en Roma y ha sido subvencionada por el National Endowment for the Arts y la Pollock Krasner Foundation. Es habitual su presencia en Yaddo (Saratoga Springs, NY) y en el Vermont Studio Center como artista residente.
Melissa Meyer vive y trabaja en NY (USA).